Abril de 2021, en medio de un torbellino de actividades que apenas asomaban, escribí por última vez en este pequeño espacio. Pienso que me alejé de la escritura por diversas razones, entre las que figuran el tiempo que tengo delante mío para hacer todo lo que me corresponde. Hoy cumplo 40 años y quiero retomar lo que alguna vez inicié, pero ya sin ninguna de las pretensiones originales. Quizás la única que conservo es la de crear una pequeña huella digital del hilo conductor que me lleva día tras día, entre muchos avatares que aparecen y se marchan en mi vida. Honestamente pienso que hay algo por decir, compartir, ahondar y comentar con quien se atreva a mirar en este ínfimo murmullo en el ensayo orquestal caótico y maravilloso que es el mundo en todo tiempo y lugar.
No me di bien cuenta de cómo llegamos hasta aquí. 40 es un número especial, después de todo; al menos al mirar la Biblia, uno se da cuenta de que las mejores historias se han cocinado tras periodos de cuarenta días, o años. Es como si lo bueno de la vida tomase tiempo en concretarse, como si el plan de Dios fuera horadando la roca de nuestro corazón hasta reinar en totalidad… pero en todos los casos que hay en la Escritura, luego de 40 hay una tendencia a volver, incluso a fallar. Excepto uno: los 40 del desierto con Jesús me dan esperanza de que al final es verdaderamente Dios, el Amor, quien tiene la última palabra. En modos sorprendentes, que a veces atraviesan un corazón desgarrado en dos, partido para siempre, con tal que todos quepan en él, Dios nos sale al encuentro luego de 40.
Cumplo 40 y me siento agradecido, contento, intrigado. Doy gracias a Dios por la familia que me ha dado. Ellos me cuidaron y me mostraron tanto amor desde mi llegada, que tal vez más de una vez me he sentido completamente anegado, en deuda. ¡Qué ironía! Doy gracias a Dios porque en mi historia siempre he encontrado amigos sinceros: que son escasos pero incondicionales, inolvidables, llenos del brío que yo no me habría atrevido a vivir sin su presencia. Creo que eso me pone muy contento en realidad. Saber que a lo largo del tiempo, puedo llamar amigos, hermanos, amores, a quienes han compartido el camino conmigo, que me han dejado correr el sendero con ellos. Estas letras encuentran especial cabida en el corazón de ellos porque sin decir mucho, invocan el poder de la amistad, evocan los recuerdos de vidas anteriores, historias compartidas y sueños con ojos abiertos. Lo que provoquen, depende de ti, querido lector.
Estoy profundamente intrigado por lo que viene, lo que sigue. Es la primera vez en muchos años que no percibo ansiedad en mi cumpleaños, tampoco he vivido el recuento del año con la nostalgia de mis 30s. Ja, ja, ja, ja. Sí: en los últimos ocho o diez años he sentido gran nostalgia y añoranza por el recuerdo del año que culmina. Quizás sea que mis responsabilidades son distintas, que me enfoqué tanto en el trabajo y sus recovecos, que me perdí en el río de la vida. Esto es nuevo, como el primer dígito en mi edad. ¿Me sentiré así de solo como lo he percibido en este año?, ¿habrá alguna luz para lo que carcome mis entrañas en plenilunios cargados de pena y añoranza? ¿mi amor basta?… Se me pasan las preguntas, pero ahora saben diferente. Tal vez sea el café de la mañana, antes de misa de 8, después de laudes… o quizás es la simple experiencia de conocer en medio del mar encrespado, al Maestro que duerme, en un cojín. Si mis preguntas son ciertas, las respuestas vendrán con riqueza y sabiduría; si no llega contestación es ya confirmación de la necedad de la pregunta. Se reirá tanto Dios con mis preguntas…
Son casi las dos de la mañana. Es mejor que vaya a dormir un poco para estar listo mañana-hoy. El tiempo es poco amigo de quienes no duermen porque no respetan el regalo que nos brinda cada noche. Escribo estas líneas desde una habitación silenciosa, mientras la brisa suave entra por la ventana, luego de una noche lluviosa, con viento que alivió en algo la ola de calor que nos recuerda que hemos cruzado ya el punto de no retorno. ¿Será que yo también lo he hecho? ¿O es simplemente que nuestra humanidad es arrojada con terrible fuerza hasta el mañana, mientras nos enraizamos en un pasado -tesoro escondido- que lleva semillas del porvenir creciente? Condición humana. Ya lo ves.