Cruz

por | Abr 10, 2020

Contemplo a Jesús en la Cruz…

La Cruz es para nosotros maestra. En ella encontramos lecciones valiosas: ser humildes, pacientes, capaces y dispuestos a entregar la vida entera por aquello en lo que creemos de verdad. En ella, aprendemos que el sufrimiento no tiene la última palabra; y que el abandono o soledad que a veces podemos sentir es una de las mayores manifestaciones de nuestra propia humanidad. Somos frágiles y en nuestra debilidad podemos contemplar a Jesús en la Cruz: él nos muestra que podemos elegir la senda de la humildad y paciencia con nosotros mismos y con los demás.

La Cruz es salvación, un signo de que la vida entregada es preciada por encima de toda lógica. Jesús entrega la vida para que tú puedas animarte a vivir con la misma pasión e intensidad, para que sirvas a los demás con generosidad y alegría, y al fin sepas cuánto te ama tu Padre Dios. Jesús nos salva de nuestros afanes tan egoístas y cerrados, para abrirnos el corazón a la Verdad: el Hijo de Dios ha tomado la crueldad y la maldad del corazón humano para convertirla en un signo de amor y bondad. Nosotros, desde ahora, podemos seguir su ejemplo con todos los dardos envenenados que nos dan a cada día. Quien sigue a Jesús, también convierte el mal en bien.

La Cruz es un árbol de vida. Un tronco muerto utilizado para la muerte parece que no tiene nada que ver con la vida y, sin embargo, es el sitio que eligió el Padre para dar Gloria a su Hijo. Una tarde de viernes, con un cuerpo muerto colgando, un nuevo árbol nació en esta tierra: hoy se abre la tierra para acoger la más sagrada semilla, el cuerpo del Señor. Semilla de vida, de flor, de fruto. La Nueva Vida que se inaugura con Jesús y su testimonio de Amor contra toda esperanza, que nos invita a vivir así para ser auténticos y felices. Es un nuevo comienzo, donde todos vieron el final.

La Cruz es una victoria. Es ilógico pensar en esto cuando miramos a Jesús desnudo en la cruz desnuda, claro; porque los que lo querían muerto han ganado y se sienten muy satisfechos. Hoy es común que no acabemos de entender bien el porqué del sacrificio de Jesús, e incluso haya quienes miran en él un acto de crueldad del Padre. Pero no es así: la cruz ha significado la derrota total de quien alberga en su corazón odio, rencor, miedo, envidias, engaño e indiferencia ante el hermano. El deseo humano de cobrar venganza, para destruir al otro, queda clavado para siempre en la cruz. ¿Qué debemos hacer para que suceda en nuestros corazones? Basta contemplar al crucificado.