Enero ha sido un mes brillante. Desde que comenzó, mientras estaba de vacaciones en casa de mi madre, hasta que terminó con la visita de los estudiantes del Morelos, involucrados en la pastoral del colegio. Cada fin de semana me dio la oportunidad de valorar más la vida en la que me hallo inmerso, a dar gracias a Dios por su bondad para conmigo. Aunque la experiencia fue algo cansada, sentir ese agotamiento que tiene sentido revitaliza mi compromiso por seguir adelante en la Escuela Pía.

Profesión Solemne

Juniores en la Profesión Solemne de Federico

La profesión solemne de Federico en Celaya reavivó mi ánimo, pues ver a alguien que cumple un ciclo en el que uno se encuentra todavía crea ilusión y alienta en medio del camino. Luego, el taller de líderes para maestros de nuestros colegios me dejó un gran sabor de boca. Tuve la dicha de compartir con profesores que llevan años trabajando en la pastoral, con toda su experiencia, su ánimo, su entrega: un gran ejemplo de que el espíritu escolapio nos une en una sola misión expresada en formas diversas de jugársela por el Reino. Además, poder convivir con los profesores más “nuevos” –por así llamarlos– me llevó a contagiarme de su entusiasmo e inquietud por hacer de nuestra Escuela Pía un lugar de testimonio concreto. Ya fuera por saludar a los conocidos, o por conocer a otros profesores, ese fin de semana fue muy enriquecedor. 

Muchachos vocacionales

Convivencia Vocacional

Luego, recibimos en casa a los muchachos de la convivencia vocacional para primero y segundo de bachillerato.  Con cierto sabor agridulce por la salida de Pablo ese fin de semana, poder convivir con los chavos me ayudó a poner muchas cosas en perspectiva. Además, aunque sólo hubo un chico de Oaxaca, ha sido muy grato saber que al menos uno está en este discernimiento. Saludar a Martimiano, Martín y Cristian también ayudó a sopesar la partida de nuestro hermano. Tal vez no fue la convivencia donde haya estado más involucrado, pero definitivamente dejó una huella en mi corazón. 

Finalmente, la experiencia con los alumnos del Morelos fue extremadamente gratificante. Uno de los momentos que más me llenaron de gusto, admiración y agradecimiento fue la oración del sábado. Ya anteriormente he manifestado mi gusto por el modelo de oración de la comunidad de Taizé. Pues bien, me decidí a invitar a los muchachos a que, terminado el día intenso de labores generosas y altruistas, se dieran un momento para descansar a los pies del Maestro. Así lo hicimos y, para mi sorpresa, algunos de los muchachos se quedaron en la capilla ¡aún después de que los cantos hubieron terminado! Me quedo muy alegre y pensando si no sería bueno entonces invitar a los muchachos de nuestros grupos o de la parroquia a tener una oración así cada semana, o cada dos… El tiempo dirá.

Altar Taizé

Altar Taizé

Asimismo, pude saludar a varios muchachos del Morelos a quienes he conocido gracias a mi participación en la pastoral de la Provincia: talleres de líderes, convivencia vocacionales, retiros de acólitos, festivales, ordenaciones, peregrinaciones, jornadas vocacionales, etc., etc., etc. Fue muy simpático darme cuenta que conocía más a los chicos del Morelos que a los mismos muchachos de la pastoral del DF. Espero mejorar eso, claro, pero también debo decir que me siento dichoso de conocerlos y de compartir un pequeño resquicio de nuestros corazones. No me cabe duda que ellos están para grandes cosas en la labor por el Reino de Dios.

En fin… al no parar los fines de semana, la carga de trabajo y el cansancio se fueron acumulando cachito a cachito. Alguna vez escuché por ahí que los escolapios estamos comprometidos con lo que hacemos hasta tal punto, que descuidamos un poco la salud. Por ello, ahora que hubo este puente al inicio de febrero, aproveché para descansar un poquito. Gracias a Dios hubo esa oportunidad ¡¡y la aprovechamos!! Desde la visita a nuestra querida Mayra Medina y compartir con su familia la experiencia del Super Tazón, hasta el par de platos de pozole que me comí en la tarde del lunes, en Coyoacán, durante el paseo comunitario que hicimos hacia allá. No cabe duda que vivimos una misión que nos regala momentos brillantes: hoy doy gracias a Dios por ello.