Alguien dijo alguna vez…

“No es que muera de amor, muero de ti…”

Hoy no sé de qué me estoy muriendo. Es algo lento, que ni yo mismo supe ver en mi horizonte. Las nubes se arremolinan y es otoño, mis hojas caen y no puedo hacer nada más al respecto. Vendrá el invierno a menos que un milagro me rescate. Sé de qué estoy hecho, pero todo va tan pausado, suave y triste… como el acompasado caminar de un cortejo rumbo al campo de paz.

No extraño algo, alguien en concreto… es más, me atrevo a decir que esto es más como una depresión derivada de un agotamiento mental, espiritual, emocional. Sí, querido lector, leíste bien, dije “depresión”. Después de haber estado y vivido tantas, al menos sé reconocerlas cuando están aquí. Y las mías, ya sabes, son dramáticas y silenciosas… “no hay dolor, sólo me sigo desangrando”.

—-

Mañana daremos una pequeña charla de México para los alumnos de español. Irá bien. Tenemos varias cosillas preparadas para ellos, incluyendo comida, una actividad con papel picado y unas presentaciones para hablar un poco (sólo son 50 minutos) sobre nuestro país.

Algunos dirán que es emocionante hablar de su país en otras tierras… a mí no me emociona en lo más mínimo. Soy un seco, dirás; un no-creyente, diré. Somos como monos de circo, haciendo las cosas que se supone debemos hacer… a fin de cuentas, por eso nos traen acá. Siempre lo pensé, ahora sólo lo confirmo. No es desilusión, por tanto… más bien hablo de una realidad que me toca vivir ahora, que no me espanta y tampoco me duele. Después de todo, haré la presentación mañana y escucharé toodos los comentarios felices, interesantes, de agradecimiento. Uy, ¡qué emoción! Estoy casi a punto de llorar… buaa. Ja, ja, ja.

La amiga Dora es como una niña (en toda la extensión de la palabra) Por su capacidad de asombro y la inocencia (en ocasiones demasiada) que la caracterizan, está contenta y emocionada. Los ojitos le brillan y todo. Está preparando su presentación, y lo vive de acuerdo a su propia historia, su códex y la redondez de su pensamiento. A veces creo que ha vivido en una esfera de cristal… será que yo rompí la mía hace tiempo y ya no puedo entender algunas de sus reacciones. Eso me hace respetarla aún más.

Hoy preparé guacamole con mis chamacos en el Lab. Muy contentos. No hablan español y a mí no me interesa que lo hagan. Son 101… tenemos la interacción básica y san-se-acabó. Hoy me sorprendieron con el role-play de un restaurante. Cada quien pidió su comida, muy bien portaditos y todo. No me considero un maestro divertido ni dinámico, así que tampoco espero una clase emocionante cada día. (Y luego por lo que ando caminando… pues menos) Pero con lo del guacamole se les alborotó la panza… jajaja. El próximo lab veremos qué preparar después. La verdad es que me gustó que ellos hicieran el guaca-guaca.

Antes de venirme, Arturo puso una nota en mi maleta que decía algo como: “nunca dejes de soñar”. Mis sueños nunca fueron estar aquí ahora, pero el Señor me bendijo con la oportunidad de pasar un tiempo en estas latitudes. Estoy agradecido. Pero mi vida está allá…
Ahora que… ya andando por aquí me doy cuenta que el mundo parece más chiquito de lo que pensaba y me emociona la idea de poder ir a otra parte, pasear un poco… moverme y conocer. Quiero “ignorar menos”, como decía Sor Juana.

Esto se está haciendo largo. El sábado, con más calma, colgaré las fotos por aquí. Hasta entonces, un abrazo fraterno.